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Sabatina

La columna de José Félix Azurmendi (25/02/2017)

Reflexiones sobre los acontecimientos de la última semana: tiempo para hablar de presupuestos y programas, interés de las conferencias de Mas e Ibarretxe y el Centro para las Víctimas de Terrorismo

Tx. Tiempo de hablar de presupuestos y programas

JFA. Estamos en el tiempo para hablar de presupuestos y programas, o de programas y presupuestos. Si fuera verdad, como dicen algunos, que poca o ninguna alternativa hay a la hora de concretarlos, sería bien triste, desmoralizador, desmovilizador. El Ejecutivo de Vitoria dice pretender el apoyo de todos los partidos representados en el Parlamento, no solo el del PP, que se ha dado prisa en hacer pública su predisposición, como si eso fuera posible, como si no existieran intereses encontrados, al menos no convergentes. Se saben todos condicionados por Europa, por Madrid, por las multinacionales, por la realidad: como si no hubiera en efecto alternativa, que era lo que decía y repetía una y otra vez Margaret Thatcher, miss TINA, miss There is no alternative. Condicionados también por el tope del déficit que impone la Unión Europa, por el realismo que impone la deriva de la recaudación descendente.  Normalmente la sociedad se desentiende de este tipo de debates, porque no los acaba de entender o porque piensa que su concurso es irrelevante, y nada más lejos de la realidad, de una realidad que los agentes políticos deberían acertar a trasladarla a la reflexión y el debate social.

Tx. Las conferencias de Mas e Ibarretxe han concitado gran interés

JFA. Que la mayoría de aquellas cerca de dos mil personas congregadas en el Kursaal donostiarra respondieran el miércoles enérgica y emocionadamente a la invitación de Ibarretxe a entonar el Zenbat gera de Benito Lertxundi certificaba la comunión de los allí reunidos, y también su avanzada edad. Una propuesta de ese tipo a jóvenes menores de treinta años no hubiera tenido tamaño seguimiento con una canción de protesta de finales de los sesenta. El acto que protagonizaron el ex lehendakari y Artur Mas para hablar de Catalunya estuvo lleno de gestos y connotaciones que traspasaban el motivo expreso. No defraudó Ibarretxe a los que esperaban de él un discurso nítidamente abertzale, alejado del oficial hoy en su partido. Lo dijo de manera eficaz, efectista  y emotiva, al mismo tiempo que se autoproclamaba, como queriendo evitar malos entendidos, que era él ya un político para la arqueología.

He leído recesiones correctas de lo que allí se escenificó, pero no han resaltado suficientemente a mi juicio el énfasis que el líder vasco puso en la razón cultural del proyecto soberanista, ni en la idea de que si este fracasa no será por culpa de los demás, sino por culpa de los propios vascos. Escuchaba ayer en un programa de tarde de Etb-2 una noticia que afectaba a la comunidad autónoma vasca y a la foral de Navarra y me pareció ver que se había atendido a Ibarretxe cuando manifestó su desacuerdo por que en nuestra televisión se hablara de Euskadi y Navarra como de dos comunidades excluyentes. No lo he visto recogido en ninguna reseña, pero estoy seguro de que no pasó inadvertido para los rectores del Ente. No hay datos públicos sobre el seguimiento que el acto tuvo en streaming a través de cualquiera de los medios que lo hicieron posible, pero seguro que los números son altos, acordes con la expectación despertada, no tanto por lo que el ex president pudiera decir, sino por lo que el ex lehendakari, que no defraudó, pudiera manifestar.

Tx. Algún otro asunto que te haya llamado la atención en estos días

JFA. Se publicó ayer en DEIA un escrito nacido de la reflexión interna de EGI sobre el carácter que se pretende al Centro para la Memoria de las víctimas del Terrorismo, que va a dar qué hablar. Ha dicho recientemente el responsable del proyecto que contará como principal elemento con una réplica del zulo donde estuvo cautivo José Antonio Ortega Lara y que del museo del Ulster sacaron en claro cómo no hacerlo. Dicen las juventudes del PNV que el modelo propuesto a instancias del Ministerio del Interior, sin atender a consensos y falto de pluralismo, es el ejemplo claro de lo que no debe ser un proceso de construcción del relato de la memoria.

Entiende Alexander Zapirain, recogiendo el sentir de EGI, que el Estado pretende adelantarse al consenso de la sociedad vasca manufacturando un relato que elimine de la conciencia colectiva el tracto sucesivo de los acontecimientos históricos.  Entiende como una obviedad que ETA no es producto del antisemitismo o del fanatismo religioso, sino  consecuencia de una estructura de Estado fascista y represiva, y reclama que la sinrazón de la violencia se analice en su conjunto y se deslegitimen todas. Le pide  al Gobierno vasco que no participe, colabore ni legitime iniciativas no encauzadas desde el ámbito del acuerdo parlamentario; que priorice y acelere el proceso de elaboración de una memoria basada en un amplio consenso.

Ojalá el escrito dé, en efecto, qué hablar, porque el tema lo merece y la inauguración del Centro de la Memoria en Gasteiz se prevé inminente.