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Opinión

La columna de José Félix Azurmendi (30/09/2017)

Reflexiones sobre la importarcia del 1-O para los catalanes

Referendum catalán

Mañana es el gran día para los catalanes

Discurra como discurra el día de mañana en Catalunya, se puede afirmar ya que los patriotas catalanes han ganado y han legado impagables lecciones a cuantos se encuentren en parecida situación sobre la manera pacífica y democrática de ejercer el derecho de autodeterminación, superando todas las amenazas, presiones y trampas del Estado. Se ha terminado reconociendo y aceptando  por casi todos que son mayoría los que desean votar, a cualquier precio o bajo determinadas condiciones y garantías e independientemente de la respuesta, y esa es la conquista más importante de este proceso, acabe como acabe en esta ocasión: Catalunya ha ganado su reconocimiento como sujeto de derecho y ha enseñado el camino a los que aspiran a serlo.

No creo equivocarme si digo que el nacionalismo vasco no se tomó en serio la apuesta catalana hasta muy tarde y que sus dirigentes, los más institucionalistas y los menos, se mantuvieron largo tiempo en el sobreentendido de que estábamos ante un coup de force del catalanismo para sentarse a negociar con la Administración central en mejor situación. También la contra ha dejado lecciones a lo largo de este proceso y no han sido las menos significativas las de los medios de comunicación y sus empleados. Con escasísimas excepciones, los comentaristas y sus pasiones han quedado en evidencia a extremos que ni los más advertidos hubieran sospechado. Lejos de tratar de explicar la situación de manera equilibrada, pedagógica y profesional, la mayor parte de ellos se ha dedicado a echar más leña al fuego y a dejar constancia, bajo distintos formatos, de su adhesión irrestricta a la unidad de España.

 

¿Y en Euskadi cómo se ha vivido el proceso?

JFA. Se puede decir que en Euskadi se empezó mirando lo que se estaba escenificando en Catalunya con distancia y con cierto escepticismo, pero en las últimas semanas esa actitud ha cambiado radicalmente. Las instituciones han aprobado mociones de apoyo y la calle se ha llenado de manifestantes solidarios con los catalanes dispuestos  ejercer su derecho a votar a toda costa. Si hace quince días fueron decenas de miles los que dejaron constancia de ese apoyo convocados por Gure Esku dago, hoy por la tarde, ese apoyo se volverá a repetir con el concurso de los partidos y las centrales sindicales que representan a la inmensa mayoría de la sociedad vasca.

A lo largo de la historia de los últimos cien años, nacionalistas catalanes y vascos no han dejado de mirarse y dar por sentado que sus caminos eran paralelos pero cercanos. La guerra y el exilio colaboró a que esa proximidad se materializara en una plataforma, Galeuzka, que incluía también a los nacionalistas gallegos bajo el histórico liderazgo de Castelao, y aspiraba a conformar tras la caída del dictador una confederación de naciones ibéricas. En contra de lo que los padres de la idea imaginaron, la Transición la diseñaron los vencedores de la guerra del 36 y la plurinacionalidad republicana que invocaban se mudó en el actual Estado de Autonomías que el camino iniciado por los catalanes va a obligar a replantear. Lejos de ser un golpe de Estado, como Alfonso Guerra y otros dicen, lo de Catalunya debería ser visto precisamente como una oportunidad democrática para corregir lo que la Transición dejó pendiente.

 

También ETA habló esta semana

JFA. No deben se muchos los que recuerden que ETA publicó un comunicado con ocasión del Gudari Eguna y aniversario de los fusilamientos de Txiki y Otaegi. ETA tiene quien se los escriba, pero no deben ser muchos los que se los toman en consideración. Sucede como con los editoriales de la mayoría de los medios de comunicación, que nunca sorprenden, que todo el mundo sabe por dónde van a discurrir, que se han vuelto intrascendentes a fuer de previsibles. Más interesante me ha parecido en relación con ETA lo que le dijo Patxi Zabaleta a Maite Artola en Euskadi Irratia, cuando sostuvo que ha sido un acierto que entregara las armas a cambio de nada, porque de esta manera es más creíble y firme su decisión. No se lo había oído antes a nadie.