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Opinión

La columna de José Félix Azurmendi (15/10/2017)

Reflexiones sobre los acontecimientos de la semana: el largo puente y visitas en Euskadi, día de la Hispanidad, la fiesta de la Virgen del Pilar y el conflicto catalán

Tx. ¿Qué te ha llamado la atención en la semana que concluye?

JFA. He estado rebuscando en la semana para dar con algún tema de interés político en Euskadi que justificara el título de esta Crónica de Euskal Herria, y no he dado con ninguno de suficiente de peso, uno de esos que cualquier ciudadano corriente pueda recordar la semana que viene. Me he encontrado, eso sí, con el 20 aniversario de la inauguración del Guggenheim, y con el triste recuerdo de la muerte de un joven con uniforme de ertzaina a manos de ETA, a manos de otro joven que siendo niño conoció cómo su padre se había tirado por la ventana del cuartel de la Guardia Civil de Gernika para que no le siguieran torturando.

Me he encontrado también con que hoy, 14 de octubre, se cumple un año de los sucesos de Altsasu, que es como en el futuro se conocerá la bronca de madrugada entre dos oficiales de la Guardia Civil y sus parejas, y jóvenes de la población en fiestas.

Tx. Está siendo una semana con largo puente y muchas visitas en Euskadi

JFA. Una sucesión de días festivos en derredor del día de la Hispanidad, que fue el de la Raza, fiesta también de la Virgen del Pilar, aquella que no quería ser francesa sino capitana de la tropa aragonesa, y luego devino en patrona de la Guardia Civil, una institución de rabiosa actualidad. Fue un sacerdote de Abadiño el que reparó en su estancia argentina que lo de la raza podía ser mal interpretado, porque en las ex colonias españolas la gama de razas era como el arco iris y resultaba la advocación ridícula y de difícil aceptación.

Fue monseñor Zacarías Vizcarra, que ese era su nombre, rodeado en las pampas americanas de vascos de los seis territorios, autor de la Vasconia españolísima; fue él quien con la complicidad del embajador de España en Buenos Aires, otro vasco, Ramiro de Maeztu, vitoriano, convenció a la monarquía española de la conveniencia de conmemorar el 12 de octubre, mejor que el crisol de razas, la hispanidad. Eran las más de las veces criollos, es decir, descendientes de europeos, los que mandaban en las Américas y aceptaban satisfechos su hispanidad, pero eso está cambiando. Son cada vez más los conscientes de que el 12 de octubre de 1492 la humanidad no descubrió nada en aquellas tierras, porque la humanidad ya estaba instalada allí. Son cada vez más los que, junto a los beneficios para la humanidad del encuentro de dos mundos, reparan en el genocidio del que se hizo acompañar.

Tx. El conflicto catalán, lejos de haber concluido, está en un momento delicado

JFA. Se encuentra en el momento más delicado, tal vez en un callejón sin salida. No le falta razón a la CUP cuando dice que si la Administración española pretende seguir aplicando las previsiones del artículo 155 de la Constitución española, que lo haga con la república ya proclamada. No le faltan motivos para dar por cerrada la esperanza de una mediación internacional, que en definitiva ha tolerado y transigido con el despliegue militar y las cargas policiales que dejaron heridas físicas  en 900 personas, y morales en todo un pueblo, solo por querer votar. La república no contaría con el apoyo de Estados y mercados, sostiene, pero sí con la de la gente, de mucha gente de su pueblo. Puesto que este proceso no ha hecho más que empezar -parece querer decir la CUP-, dejemos para el futuro las cosas claras y afrontémoslo conveniente y dignamente.

No le falta razón tampoco a Salvador Sostres, columnista de momento en Abc, cuando defiende que el Gobierno español tendría que valorar con frialdad la eficacia del artículo 155: no sólo poniéndolo en marcha, sino en la labor concreta de hacer efectiva cada medida, cada multa, cada detención; y en el deber de sofocar cada huelga, cada disturbio. Porque cuando uno manda los tanques – escribe en el Abc de ayer para cabreo de sus compañeros de página y tertulia- “tiene que contar con que algunos locos se pondrán delante y tiene que –porque si no es un farol mandarlos– estar dispuesto a pasarles por encima”. Sostres llega a decir -y no se lo van a perdonar sus compas Edurne, Isabel, Jon, Hermann- que España podría tener su Vietnam en Cataluña y que no hacen falta millones para desatarlo: “Con cien mil hiperventilados basta para sembrar el caos y el independentismo los tiene”.

Mientras tanto, Rivera, Arrimadas, Casado, etcétera, pidiendo elecciones, dando por supuesto que previamente se habrán ilegalizado los partidos independentistas. Hay precedentes, existe una ley ad hoc, ¿acaso creían que no nos atreveríamos?.