Opinión
La columna de José Félix Azurmendi (09/12/2017)
Reflexiones sobre la actualidad de la semana: la reforma de la Constitución española
Tx. La reforma de la Constitución española ha estado presente como nunca esta semana
JFA. Se está hablando mucho estos días de reformar la Constitución del 78, de ponerla al día, de actualizarla y armonizarla; de replantearse la territorialidad, lo que se deriva y explica fundamentalmente en la crisis catalana y en algunas promesas más o menos concretas de Rajoy a Sánchez para tratar de explicar su colaboración en el 155. El PNV que lideró Xabier Arzalluz nunca fue partidario de entrar en reformas de la Constitución, sospechando que cualquier modificación en relación a la soberanía de Euskadi iba a ser a la baja. No eran los dirigentes del PNV los únicos que opinaban que el Estado se había visto obligado a aceptar en el 78, por mala conciencia y para evitar males mayores, condiciones y transferencias que años después no se sentían impelidos a hacerlo.
Afianzado Juan José Ibarretxe en la lehendakaritza y en el liderazgo social, y atendiendo a lo que consideraba justo así no fuera para todos oportuno, impulsó una vía con el propósito de zanjar democrática y definitivamente el contencioso vasco-español que no prosperó. Tras el breve interregno de Patxi López, Iñigo Urkullu, el actual lehendakari, por otros caminos pero con el mismo propósito, acaba de hacer su propuesta, desechando la de revisar y reformar la Constitución, temiendo seguramente, como los anteriores líderes del PNV, que de esa vía nada bueno cabía esperar. Propone el lehendakari un consenso previo entre vascos lo más amplio posible, necesariamente transversal, la bilateralidad en la relación con el Estado y la participación en la construcción de una Europa respetuosa con los derechos individuales y colectivos.
Tx. ¿Qué visos de prosperar tiene esta propuesta?
JFA. Se dijo en su día que Ibarretxe era un optimista impenitente y que solo así se podía entender su empecinamiento en transitar por una vía condenada desde el principio al fracaso. Urkullu, con menos épica txirrindulari pero similar resolución, está dando muestras de compartir buena fe y optimismo empeñista con su antecesor. Sabido es que su propuesta no va a prosperar pero bien está a mi juicio que hecha sea, en especial ahora que se da por supuesto el fracaso de la vía unilateral intentada por el nacionalismo catalán. Si la vía unilateral no es posible, si no lo fuera la bilateral planteada en los términos más razonables, qué cabe hacer que no sea resignarse, se preguntarán los nacionalistas vascos y catalanes.
Es esta una pregunta de respuesta ineludible para evitar que se dé la impresión de que se hacen propuestas con el único propósito de posponer ad calendas graecas la resolución democrática de conflictos enquistados. Cualquier comisión, parlamentaria o social, al tiempo que analiza propuestas, debería contemplar una respuesta a esta inquietante pregunta: y si no así ni de otra manera es posible, ¿qué hacer? De momento, tal vez no entrar en comisiones constitucionalmente reformistas mientras no hayan sido satisfechos todos los compromisos acordados en el 78 con las dos comunidades peninsulares de Euskal Herria.
Tx. ¿No tiene Europa nada que decir al respecto?
JFA. Hoy por hoy, no cabe esperar que la Europa institucional tome cartas en asuntos que ha decidido que sean de orden interno, pero por primera vez ha sido interpelada de manera clara por Catalunya y no ha podido hacerse la desentendida. Ver desfilar a decenas de miles de catalanes por el centro de Bruselas es algo inédito e histórico que apunta en la dirección de implicar a la Unión Europea en problemas que trascienden las fronteras de cada Estado. Como trasciende la manifestación en favor de los derechos de los presos de ETA que dentro de unos minutos va a arrancar en la plaza que conmemora el llamamiento de De Gaulle a sus conciudadanos a alzarse en armas contra los nazis. Lo hizo el 18 de junio de 1940, desde el exilio de Londres, desde las ondas de la BBC. Fuera elegido por eso o por azar de la casualidad, su carga simbólica es indudable y da pie a recordar también aquel otro llamamiento gaullista en favor de un Quebec libre!
Mirar hacia fuera, participar en cuanto foro internacional sea posible, nunca será irrelevante. Así parece haberlo entendido el PNV con su intervención en Roma esta semana, al más alto nivel, en el Consejo del Partido Demócrata Europeo. Hace tiempo ya que el mundo dejó de ser ancho y ajeno: nada que suceda en Bruselas, Roma o París pasa inadvertido, para desasosiego de algunos medios de comunicación.