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Crónica de Euskal Herria

José Félix Azurmendi nos relata su crónica de Euskal Herria

José Félix Azurmendi analiza la actualidad en su crónica de Euskal Herria

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Tx. Una semana animada y un fin de semana en la misma tónica

JFA. Hay semanas en las que parece que no ha pasado nada relevante desde un punto de vista político y social, y otras, como la presente, en la que se acumulan noticias. Es inevitable hoy acordarse de las novedades en relación con el conflicto catalán, con el comportamiento de la Justicia española,  las cloacas del Estado, la guerra que siguen dando los restos de Franco, el cierre de La Naval, el juicio por la muerte de Iñigo Cabacas y el caso De Miguel. Una semana con mucha chicha, que diría el comisario Villarejo, pero con asuntos que no se agotan en ella, que es la razón por la que me arranco en este comentario con uno bien distinto y solo distante en lo geográfico.

La visita del lehendakari Urkullu a Argentina, y con otra dimensión y pretensiones a Chile, se ha hecho esperar, algo que aquella colectividad de origen vasco no entendía, pero está resultando más rica que las anteriores de sus predecesores en Ajuria Enea. Ha conseguido entrevistarse con el presidente de la República, se ha visto con Pérez Esquivel, un incómodo para la autoridad nobel de la Paz: ha visitado la ESMA, ese museo resumen de la memoria del horror y el terrorismo de Estado. He echado en falta aquí, y se me ha hecho extraño que ningún medio de comunicación lo haya mencionado, el recordatorio de que entre los desaparecidos durante la dictadura militar están Jon Pirmin Arozarena y su novia Adriana Zorrilla. Y no era Jon Pirmin un joven cualquiera de la colectividad vasca, no lo era y no lo es su familia, y no lo fueron las circunstancias en las que los secuestraron, mantuvieron en cautividad e hicieron desaparecer.

No sé qué razones le habrán llevado a Iñigo Urkullu a no hacer mención alguna y practicar así la reclamada “pedagogización” con el mejor ejemplo posible ante una colectividad que parece haber hecho tabú de este asunto. Si alguien conoce a fondo el drama de los Arozarena Larregi es el presidente del EBB Andoni Ortuzar: imposible por tanto que no supiera de él el lehendakari. Todavía le restan un par de días al viaje, todavía podría enmendarlo en esa Mar del Plata que tiene calle y monumento dedicados a Jesús de Galíndez, el desaparecido vasco más internacional.

Tx. Lanzó allí el lehendakari la idea de una red de museos de la memoria

JFA. Una idea bien intencionada pero muy difícil de poner en práctica, porque la finalidad del museo de la ESMA, por ejemplo, y la del que pretenden desde Madrid montar en Gasteiz, son muy diferentes si no incompatibles, porque son muy distintas las violencias y el terrorismo con pretensiones políticas y las que promueven los Estados. De todas maneras, no es Arozarena el único vasco silenciado por la colectividad vasca de Argentina que podría servir a la invocada “pedagogización” mediante un relato reparador y ejemplificador. Es especialmente oportuno hoy, cuando Altsasu está en la boca y la bota de tantos, el recordatorio de aquel sacerdote al que le resultaron insoportables los desmanes del nacionalcatolicismo con sus feligreses y vecinos de esta localidad y se exilió en Uruguay, se secularizó, escribió un libro testimonio inquietante y desgarrador que tituló No me avergoncé del Evangelio. Marino Ayerra Redín, que así se llamaba, vivió sus últimos años en la Argentina profunda y fronteriza, donde falleció en 1988, silencioso y silenciado.

Tx. El último apunte para terminar

JFA. Cuando se conocen las peticiones de penas contra los dirigentes independentistas catalanes, cuando se asiste a una especie de competencia para garantizar que ninguna piedad se les tenga, es inevitable concluir que la decisión de algunos de ellos de rehuir esa justicia y asentarse en el corazón de Europa fue un gran acierto. Andan los expertos españoles discutiendo si fue rebelión o sedición, si hubo o no otra violencia que la de las policías españolas, si son suficientes las condenas para cortar de raíz el proceso: entre tanto, los políticos presos ya han reconocido que, si no al principio, al cabo de unos meses ya se hicieron a la idea de que su prisión sería larga.

Los que querían creer que era posible una tercera vía, sensata y moderada, tendrán que hacerse a la idea también de que el conflicto va para largo.

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