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Crónica de Euskal Herria

José Félix Azurmendi nos relata su crónica de Euskal Herria

José Félix Azurmendi analiza la actualidad en su crónica de Euskal Herria

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Sabatina del 26 de octubre de 2019

Radio Vitoria – José Félix Azurmendi

 

 

Tx. Pocas dudas hoy sobre cuál ha sido la noticia de la semana

JFA. No me parece que sea la noticia de la década, como pretenden algunos, pero sí desde luego la de la semana, esta del traslado de los restos de Franco desde Cuelgamuros a Mingorrubio, dos nombrecitos que, como el espectáculo todo, se prestan a abundantes bromas y memes como los que han inundado estos días nuestros teléfonos. Se ha abierto un justificado debate ahora sobre el acierto o no de la manera elegida y difundida para llevar a cabo la operación, sobre si sacará réditos electorales de ella el PSOE o si, como en alguna otra ocasión, sus cálculos habrán resultado fallidos. Cuenta el Gobierno de Sánchez con aliados mediáticos para que la operación se lea como un acto valeroso, además de respetuoso con la legalidad y los derechos de las víctimas del exhumado. Sostienen estos además que el acto respetó la sobriedad y la discreción prometidas, y todos somos testigos de que estuvo rodeado en efecto de un respeto y una hiriente solemnidad, y de una costosísima puesta en escena, que sugería más bien un funeral de estado, haciendo buena la reciente tesis de una sentencia en la que se citaba a Franco en efecto como ex jefe del Estado.

Pronto veremos si las previsiones del Gobierno se cumplen o si, por el contrario, todo lo que Pedro Sánchez y sus asesores han venido armando en los últimos meses ha sido una auténtica chapuza. A nada hay que aguardar sin embargo para analizarlo desde la perspectiva de una transición de la dictadura a la actual democracia tomando en cuenta que dictador no fue derrocado, que fue él quien diseñó el futuro y sus protagonistas, con el solo contratiempo de la eliminación de Carrero Blanco. Esa es la gran diferencia entre Franco y otros dictadores, y la explicación del distinto tratamiento que a uno y otros se ofrece.

 

Tx. Quedamos el otro día en que hoy, víspera del último lunes de octubre, hablaríamos de Gernika.

JFA. Quieres, Txerra, que hablemos de Gernika en vísperas de ese último lunes de octubre que sigue convocando año tras año a decenas de miles de personas, y lo voy a hacer recordando que para causar más muertes fue un lunes de primavera y feria cuando la aviación alemana arrasó la villa, que fue Franco padrino de su reconstrucción siguiendo pautas precisas que hicieran olvidar lo que había sido, que fueron algunos de sus vecinos, ganadores de la guerra, los que hicieron hasta en dos ocasiones a Franco hijo adoptivo y su benefactor, y que alguno de ellos sigue mereciendo todavía dar nombre a alguna de sus calles.

También ese Durango que conocemos bien sufrió un bombardeo que causó cientos de muertos pero, además de que no tuvo su Picasso, hay una importante diferencia entre los destrozos de una y otra villa: a Durango no le arrancaron el alma, sigue teniendo las calles, pórticos, puentes y arcos que hablan de su pasado; a Gernika le dejaron sin alma, todo es nuevo y ajeno en ella, apenas dejaron en pie algunos casas, ¡oh casualidad!, propiedad de afectos al gloriosos alzamiento, mientras destruían y prendían fuego al resto. Lo que no quedó devastado en aquel abril de 1937 fue el espíritu de sus gentes que sigue haciendo de todos los lunes del año algo especial, que hace de los de octubre y sobre todo del último una convocatoria tan singular, que la sigue manteniendo como una de las grandes referencias de nuestro país.

 

Tx. Mucha historia hoy en tus reflexiones

JFA. Historia e historias pendientes, como la que la horrible muerte de 39 orientales dentro de un camión frigorífico abandonado cerca de Londres me da pie para recordar. También entre nosotros hubo quienes se dedicaron al tráfico de personas, pasadores que cobraron por trasladar clandestinamente cientos si no miles de portugueses y portuguesas a Francia durante veinte años, mano de obra barata que las autoridades galas administraban y regulaban a conveniencia de sus necesidades. Los pasadores se movían en derredor del Bidasoa y los Pirineos, eran originarios de Irun, Oiartzun y el Baztan en su mayoría. También a ellos se les murieron clientes, ahogados en su mayoría, y también algún percance tuvieron en un camión frigorífico con resultados que solo se comentaron sotto voce.

El contrabando es consustancial a las fronteras, pero el de personas tiene unas connotaciones vergonzosas que bien podrían explicar el silencio que las rodea. Quedan muchas historias por contar de las vividas en el oscuro tiempo del nacionalcatolicismo, muchas injusticias por reparar: la exhumación de los restos de Franco solo debería ser un comienzo, vergonzosamente tardío, torpe y mal gestionado. Y, dentro de unas semanas, Txerra, elecciones generales.

 

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