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ESCRITO EN EL AIRE

"El feminismo lo construimos desde nuestras vidas, en el día a día"

En su escrito en el aire, el escritor Juan Ibarrondo reflexiona sobre el feminismo, "movimiento global y globalizador".

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Hoy que no es ocho de marzo y no siendo yo mujer hablaré de feminismo.

Lo haré porque el movimiento feminista, a pesar de la agresiva campaña en su contra,  a pesar de los interesados equívocos que lo rodean, a pesar del miedo y animadversión que despierta entre muchos hombres temerosos de perder sus privilegios…, no deja de crecer.

Lo vimos en Vitoria la pasada semana y lo vemos en todo el mundo cada día que pasa.

Sin duda alguna, se trata  de un movimiento en auge, con cada vez mayor número de personas que lo apoyan y  con una  elaboración cada vez más globalizadora y detallada de sus propuestas de cambio.

Es un movimiento global porque aúna, desde la diversidad de propuestas, a millones de mujeres del mundo (y cada vez más hombres), dispuestas a movilizarse y luchar por ciertos objetivos comunes.

Es globalizador, porque en estos momentos de profunda crisis civilizatoria es el único movimiento social capaz de oponer una propuesta alternativa fuerte al capitalismo neoliberal.

Sus propuestas de economía feminista,  que ponen el foco de la economía en las relaciones entre personas y no en la obtención de beneficios; su crítica a la manera capitalista de entender el trabajo y el empleo,  dejando fuera todos los trabajos relacionados con los cuidados y la reproducción de la vida; la defensa desde el eco- feminismo de un modelo sostenible para la madre tierra; la puesta en valor de lo emocional  (de la inteligencia emocional),  la empatía  y la diversidad frente a un  racionalismo,  castrante  y homogeneizador, que niega la importancia de los afectos y la diversidad de género…, todas ellas constituyen un corpus de propuestas sólido y realizable.

Y precisamente por ello despierta tantos miedos, odios, y resistencias.

Desde los más graves como el feminicidio, también global, hasta los micromachismos, pasando por sutiles descalificaciones terminológicas como “feminismo radical”, o insultos como “feminazis”. Ataques siempre a la defensiva que no consiguen detener sus avances.

Pues el feminismo propone cambios políticos y sociales estructurales, pero también cambios en nuestra vida cotidiana, es decir que el feminismo lo construimos desde nuestras vidas, en el día a día. Y en eso estriba tanto su gran  fuerza como los recelos que despierta entre machistas más o menos confesos.

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