ESCRITO EN EL AIRE
"El olvido y el dolor no tienen caducidad, vengan de donde vengan"
Enrike Ruiz de Gordoa homenajea a los "16 de Azazeta", y recuerda la historia de estos 16 alaveses que fueron fusilados en el puerto de Azazeta en 1937.
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Este fin de semana se nos ha mostrado, emocionalmente, muy cercano a muchas personas que habitamos en este Territorio. Ha sido el acto de homenaje y reconocimiento, después de 80 años, a quienes fueron salvajemente fusilados y ocultados en el kilómetro 16 de la carretera A 132, en el puerto de Azazeta, hechos que fueron silenciados por mandato franquista, no en vano, el general Mola ya había advertido: “Yo podría aprovechar nuestras circunstancias favorables para ofrecer una transacción a los enemigos pero no quiero. Quiero derrotarles para imponerles mi voluntad y para aniquilarlos”. Era la forma totalitaria del franquismo y de advertencia para sembrar el terror, también en estas tierras alavesas.
Dieciséis personas, demócratas de todo el arco ideológico, fueron fusiladas la noche del 31 de marzo al 1 de abril de 1937, después de salir de la prisión vitoriana de la calle Paz (¡qué paradoja!), después de quedar en libertad. Una libertad que no duró tres pasos, porque sublevados guardias civiles, requetés y falangistas, de la mano del infausto Bruno Ruiz de Apodaca, se los llevaron al puerto de Azazeta para quitarles la vida y destruir, estigmatizar y romper, también, la vida de sus familias y entornos.
En este trágico episodio, cabe recordar la arriesgada labor que tuvo el sacerdote euskaltzale, a quien tuve el privilegio de conocer y de compartir proyectos, Don Pedro Anitua, creador e impulsor de las Escuelas Profesionales Diocesanas (hoy integradas en Egibide) y letrista de las canciones en euskera de nuestro compositor Luis Aramburu, una de ellas, la canción “Argia”, cuya letra es de este comprometido sacerdote y que está sonando de fondo. Fue él, Don Pedro Anitua, -a quien no se le ha reconocido toda la importante labor por nuestro Territorio- quien no solo socializó la terrible noticia de los fusilamientos sino quien, con otros comprometidos gasteiztarras, poniendo en riesgo sus vidas, desenterraron algunos de los cadáveres para darles cristiana sepultura, además de crear fórmulas de colaboración y ayuda solidaria a esas destrozadas familias.
Nuestro reconocimiento y homenaje a Teodoro, Juan Francico, José Domingo, José Luis, Victor, Eduardo, Jaime, Constantino, Francisco, Prisco, Daniel, Antonio, Jesús, Manuel José, Casimiro y Manuel. Pero con ellos, a todas las personas y a sus entornos familiares que sufrieron, por parte de los sublevados, la muerte, el odio, la marginación, las humillaciones, la privación de libertad, las depuraciones, purgas, saqueo de propiedades, destierros, expulsiones del trabajo o la suspensión de sueldo todo un año, que no de empleo. ¿Verdad, Isaías?
Sé que habrá personas a las que todo esto les lleve a pensar que pasó hace mucho tiempo, al igual que la masacre del 3 de Marzo de 1976. Y para quienes todo, absolutamente todo, ha prescrito. Pero las heridas de cada persona, las heridas de la comunidad no las pueden cerrar los terceros. ¿Para cuándo la justicia, el reconocimiento y la reparación de todos y cada uno de los crímenes y desmanes en nuestra reciente Historia común? ¿Para cuándo la reparación para cientos de personas que fueron apartadas, vilipendiadas y ocultadas?
El olvido y el dolor no tienen caducidad, vengan de donde vengan. Los homenajes que se puedan hacer no tienen sentido sin la verdad, la reparación, la justicia y el reconocimiento del daño causado.