ESCRITO EN EL AIRE
"Las tradiciones y los ritos también pueden nacer cualquier día"
Enrike Ruiz de Gordoa reflexiona, en vísperas a las fiestas en honor a San Prudencio y Estibaliz, sobre el cartel anunciador y en uno de sus elementos: el pañuelo de cuadros, criticado por algunos.
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Acabamos de dejar unas fechas festivas y se nos acercan otras, también con rituales, en este caso, vinculados a nuestra comunidad alavesa.
La Semana Santa y la recién Semana de Pascua, nos han deparado noticias que no nos han dejado indiferentes. Por un lado, esos rituales con banderas a media asta en los cuarteles de este Reino de España o esos legionarios en procesiones religiosas donde siguen haciendo auténticos malabares con sus armas de guerra.
Menos mal que ya se nos ha llamado a las fiestas de Álava, donde los rituales nos son más cercanos y más comprensibles. La invitación a las Fiestas de San Prudencio y Nuestra Señora de Estibaliz nos la ha hecho, magníficamente, esa excelente persona que es Estibaliz Ruiz de Azua desde el escenario del Teatro Principal Antzokia, cobijado por un enorme cartel anunciador de dichas fiestas.
Este cartel festivo de 2017, obra de Raúl Morán Mediavilla, titulado Tradición, agrupa en su imagen una cuchara donde asoma un caracol (gastronomía y comensalidad compartida), una baqueta de percusión (música, retretas y tamborradas) y el báculo obispal de San Prudencio (religiosidad), todo ello anudado con un pañuelo, el tradicional pañuelo de cuadros (comunidad), un pañuelo muy popular por estos lares en sus fiestas. Y es aquí donde quiero detenerme por la siempre graciosa apuntilla periodística de un medio local digital que vuelve a hablar del pañuelo de este cartel como “el pañuelo de los bilbainos”.
El pañuelo, el de cuadros, el moquero que tradicionalmente llevó en el bolsillo, en el cuello o en la cabeza la clase trabajadora de este país, es el mismo que se anudan en el pescuezo los grupos festivos de Valencia, de Murcia, de otros lugares y que, por supuesto, conforma uno de los elementos de los trajes tradicionales y populares, también, de nuestra comunidad, junto con otro tipo de pañuelos.
Intentar volver a la guerra de los pañuelos, de las banderas, de los himnos, de las vestimentas de aquí o de allí… es absolutamente pueril. Hace siglos que el Camino de Santiago ya nos posibilitó conocer otras experiencias, otras formas de vida y el poder copiar de otros pueblos y de exportar desde el nuestro las buenas prácticas, mucha etnografía y hacernos un poco más ciudadanía del mundo y menos únicos. Y volviendo al susodicho pañuelo de cuadros, antes de que se universalizara la ropa de Zara, este moquero multifunciones, ya estaba y sigue estando en la vida tradicional, en los rituales y en el folklore de cientos de lugares sin que por ello, ninguna comunidad pueda presumir de que sea solo suyo. El moco, con perdón, el sudor y la forma de proteger el cuello de las camisas o blusas ha hecho, al pañuelo de cuadros, multipresente en romerías y fiestas por los cuatro puntos cardinales de esta península.
Quiero recordar la preocupación que mostró, como periodista, nuestra pregonera porque es difícil distinguir la verdad de la mentira, que engañar y tergiversar puede salir rentable. Lástima que alguna persona esté obsesionada, cada vez que llega una fiesta local, por intentar confundir y dividir con el ritual que supone ponerse un simple pañuelo al cuello. Por ello, que cada persona se anude el que quiera. Las tradiciones y los ritos también pueden nacer cualquier día.
¡A gozar! Jai zoriontsuak!!!