ESCRITO EN EL AIRE
Las mujeres no tienen el mismo reconocimiento que los hombres en la Iglesia
En su Escrito en el aire Enrike Ruiz de Gordoa nos habla de las tareas pendientes de la Iglesia católica.
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Hace unas jornadas, la Conferencia Episcopal Española sumó un folleto informativo insertado en la lectura dominical de la prensa. 30 páginas cargadas de datos y cifras dando cuenta de los diversos ámbitos en los que la Iglesia Católica está trabajando, una especie de rendición de datos y cuentas, correspondientes al 2015, y con el objetivo de que en estos últimos días de la Declaración de la Renta podamos marcar con una X el casillero a favor de la Iglesia Católica.
Es cierto que el número de sacerdotes y religiosos y religiosas en el Reino de España va disminuyendo de forma alarmante y su edad media, 63 años, aumentando de forma imparable. Y, lo más llamativo, es que no hay relevo generacional. Lo mismo sucede con las personas fieles que asisten a las parroquias a las actividades pastorales en nuestro Territorio Histórico, no así, el número de las personas sin recursos que precisan de las actividades solidarias, personas de aquí y de allí, sin distinción, que necesitan de lo más básico para poder vivir con dignidad, sobre todo a través de Caritas o de experiencias, casi milagrosas, como la de Berakah en nuestra ciudad, donde el compromiso parroquial de las iglesias del Casco Medieval y de un grupo de laicos está logrando una integración que merecería un mayor reconocimiento, aunque su impulsor y alma mater, el sacerdote José Ángel López de Lacalle, apostaría por poder contar con más medios y más personas voluntarias para unir muchos más lazos para una vida digna, se sea fiel, de otra religión, agnóstico, ateo, aconfesional o simplemente descreído.
Me sigue llamando la atención que, a pesar del empeño del Papa Francisco, las personas laicas, y sobre todo las mujeres que participan en la Iglesia Católica, no tengan un reconocimiento de participación plena en las mismas condiciones que los hombres. Sé que se está estudiando este tema al igual que el del celibato voluntario o el empoderamiento del laicado porque de otra forma, la frase bíblica de “la mies es mucha y los trabajadores pocos”, va a ser una cruel realidad en una década.
Sabemos que el Papa Francisco, a pesar de que su última mirada ha sido para plantear la excomunión para políticos corruptos, algunos de ellos, como estamos viendo, de misa dominical, quiere dar grandes pasos para que las mujeres sean empoderadas, de verdad, en la Iglesia Católica a pesar de la oposición integrista con la que tiene que luchar día a día.
Y, hablando de mujer e Iglesia, quiero destacar a una persona que acaba de fallecer a los 97 años, una pedagoga adelantada a su tiempo, vinculada a la Iglesia Católica a través de las Teresianas y ejemplo de compromiso con las personas necesitadas. Ella es Ángeles Álvarez Ruiz de Viñaspre, Angelina, nacida en Moreda de Álava y directora que fue del Colegio Samaniego de Vitoria-Gasteiz. Una labor callada de enorme revolución en una institución que, todavía, y lo vuelvo a repetir, no ha dado un paso firme para que la mujer no solo tenga más trabajo en su seno, sino más reconocimiento y en igualdad de condiciones que el personal masculino de la jerarquía de la Iglesia Católica. Mujeres sacerdotes, obispos o cardenales seguro que harían una gran labor, porque las encomiendas que tienen hoy entre sus manos, las hacen de mil amores, con una voluntad y eficiencia a prueba de bombas, con pocas palabras y muchos testimonio.
Imagino que no es mucho pedir y la Iglesia puede adelantar siglos.