SUFRIR PARA PRESUMIR
Antes muertos (o lesionados) que sencillos
EB
Edurne Baz repasa las tendencias más peligrosas de la historia de la moda, como el corsé, los cuellos rígidos, las crinolinas o la cosmética venenosa.
Sostiene el psicoanalista John Carl Flügel, autor del ensayo ‘Psicología del vestido’, que los seres humanos nos hemos vestido con tres propósitos: la decoración, el pudor y la protección. De esos tres propósitos, el principal parece haber sido el de la decoración. De hecho, argumenta Flügel, existen pueblos que no se visten, pero no existen pueblos que no se decoren.
Las razones para ese proceso decorativo son múltiples: despertar el interés ajeno, mostrar evidentes signos de rango, dar pistas sobre la propia ocupación, manifestar pertenencia a un grupo o hacer ostentación de la riqueza, entre otros muchos.
El interés por la decoración de nuestros cuerpos es (y ha sido) de tal magnitud, que, en no pocas ocasiones, estamos (y hemos estado) dispuestos a sufrir para presumir.
Repasamos algunos de los momentos en los que seguir la moda resultó doloroso… o directamente letal.