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La Columna Jaiónica

De Aristóteles a mi madre: los secretos de la felicidad

I. Irigoyen

Jaione Sanz firma esta columna canalla y descarada, una mirada desenfadada a la vida. Hoy rescata el lema estrella de su ama, "Viva la vida y sus momenticos", para reivindicar el deleite de lo pequeño en la ansiada y eterna búsqueda de la felicidad.

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Me fascinan las personas que caminan por la calle con una sonrisa. Como si acabaran de recibir un mensajito de amor, hubieran ganado un pellizco en la lotería o se estuvieran imaginando al jefe devorado por una piara de cerdos vascos. Ese tipo de personas puede que alguna vez olviden las llaves o la cartera, pero jamás saldrán de casa sin el rizo en la comisura de los labios. En todo momento encuentran un motivo para activar los 17 músculos que aguardan turno en los extremos de la boca. Incluso cuando nada aparentemente reseñable ha sucedido.
Suelen ser sonrisas plácidas, ensoñadoras, agradecidas. Sonrisas que relampaguean entre la muchedumbre gris. Sonrisas sin pretensiones, distraídas. Automáticas y sinceras. Sé de lo que hablo porque mi madre posee una de ellas. Y ni siquiera cuando han venido mal dadas ha desaparecido. A lo sumo, se difumina en el limbo de las preocupaciones, el cansancio o la sombra del paraguas. Pero ahí está.....

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