Crónica de Araba
Vitoria-Gasteiz recuerda a sus víctimas en un mundo convulsionado por la invasión de Ucrania
EITB-MEDIA
El virus letal de la violencia machista y la asignatura pendiente del Estado con el 3 de Marzo del 76 protagonizan la actualidad de Araba en el contexto de un mundo convulsionado por la invasión de Rusia en Ucrania. Todos las víctimas reclaman memoria y justicia.
La Audiencia Provincial está siendo escenario durante estas dos semanas del juicio por el doble asesinato machista cometido hace cuatro años en Lakua. La vista oral ha venido a coincidir, paradójicamente, con el emblemático 8M y con la aprobación en El Parlamento Vasco de la Ley de Igualdad, una herramienta jurídica que precisamente pretende combatir el principal elemento desencadenante de la violencia de género: la desigualdad, origen de la violencia que el hombre ejerce sobre la mujer.
La frialdad inhibidora del acusado de asesinar a su exmujer, María José, y a la madre de la misma, Florentina, ha llamado la atención de los medios de comunicación asistentes al juicio. Se me fue un poco la olla- dijo el primer día en su declaración- saqué el cuchillo y pasó lo que no tenía que pasar- añadió- sin inmutarse. Y lo que no tenía que pasar fueron más de treinta puñaladas a cada una de las dos víctimas. Especialmente duros resultaron los testimonios, acompañados de imágenes escalofriantes, que mostraron el jueves en la Sala los agentes policiales. Los primeros en llegar relataron cómo vieron heridas de muerte, pero todavía con vida, a las dos víctimas, sin poder hacer nada por evitar los fallecimientos.
Esta tragedia, que conmocionó a la opinión pública de la ciudad el 20 de abril de 2018, está hoy en manos de quien tiene que estar: de la justicia. Un Jurado Popular, tras escuchar a las partes y a los peritos, adoptará un veredicto, que la jueza convertirá en sentencia. Ese será el destino del procesado y autor confeso. Pero durante estos días, al margen de tribunales, testimonios y pruebas periciales, entre los familiares y amistades afectadas hay dos víctimas, dos personas que padecieron y padecen en primera línea las consecuencias de este virulento drama. Son los dos hijos. Eran niños hace cuatro años, herederos inocentes de una desventura que hoy debutan ya en la adolescencia y, por lo tanto, susceptibles de una mayor, si cabe, vulnerabilidad en su proceso de crecimiento y socialización. El riesgo de una re-victimización, sobre todo en estas fechas, es algo que deben evitar servicios sociales y educativos, así como medios de comunicación en general, redes sociales incluidas, de las que seguramente no eran usuarios en el momento del siniestro y ahora sí. Son Víctimas que demandan protección.
Reconocimiento, Justicia y Reparación siguen reclamando víctimas y familiares del 3 de marzo. Cuarenta y seis años después, varios miles de personas han vuelto a salir este jueves por las calles de Vitoria-Gasteiz para denunciar la brecha entre la realidad de lo que sucedió y la verdad oficial. Existe una opinión ampliamente compartida, de la que se hace eco la Asociación Martxoak 3, de que los responsables de aquella matanza, con cinco obreros abatidos por disparos de la policía y cientos de heridos, gozaron y siguen disfrutando de una impunidad con el blindaje gubernamental de las altas esferas. La querella contra Martin Villa, la única autoridad actualmente viva de la masacre, figura en el eje de las reivindicaciones.
El virus mortal de la pandemia machista y la asignatura pendiente de la reconciliación histórica del Estado con el 3 de Marzo del 76 permanecen vigentes en un mundo alterado hoy por la invasión de Rusia en Ucrania. Un foco bélico que se agrava día a día y cuyo desenlace nadie se atreve a pronosticar, porque nadie tampoco imaginaba que pudiera estallar como lo ha hecho. Una guerra, calificada como híbrida por algunos analistas, que convierte en contemporáneas las reflexiones de Albert Einstein cuando dijo desconocer como sería la tercera guerra mundial, pero aseveró que lo que si sabía con certeza es que la cuarta será con piedras y lanzas. El físico alemán nos advirtió de la existencia de dos cosas que son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro- añadió- de lo segundo".