La Columna Jaiónica
La mirada de la primera vez
EITB Media | I.I
Jaione Sanz firma esta columna canalla y descarada, una mirada desenfadada a la vida. Hoy reflexiona sobre un don humano que mengua conforme nos hacemos mayores y crece la rutina.
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De pequeña no tuve demasiadas cosas, pero sí las fundamentales. Mi más preciado patrimonio material nació y creció en aquellos primeros años de vida: la colección de cuentos clásicos ilustrados de Ediciones Asuri. Relatos inmortales de Perrault, Andersen, Esopo y los hermanos Grimm, protegidos del tiempo en tapa dura. La narración se abrazaba a dibujos trufados de detalles. Cada artista estampaba su sello, y a veces había imágenes fantásticas y otras asomaban siluetas armoniosas, en ocasiones el color explotaba y de pronto se volvía tenebroso. Dediqué tiempo incalculable a aquellas estampas, porque siempre descubría algo nuevo detrás de una enredadera, en un rostro, junto a una nube, y me sentía abrumada como quien hace un hallazgo que cambiará el mundo.