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La Columna Jaiónica

Entre cañas y Ironman

EITB Media | I.I

Jaione Sanz firma esta columna canalla y descarada, una mirada desenfadada a la vida. Hoy reflexiona sobre diferentes actitudes humanas ante la práctica del deporte.

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La primera vez que salí a correr se llamaba footing. Tenía 21 años, carnes prietas, resacas dignas y camiseta de Caja Rural como indumentaria deportiva. Aquella tentativa duró un par de meses. La segunda fue pasados los 30. Me dolían las piernas al subir escalerasy el insomnio comenzaba a pasar factura. Fui al ambulatorio y el médico reaccionó como se espera de cualquier tipo con pintas de usar la bicicleta estática de perchero: me recetó deporte. En esta ocasión elegí running, que es lo mismo que el footing pero gastando 200 euros en disfraces de Calippo. Estoy convencida de que aguanté más de medio año sin tirar la toalla sólo por la inversión. Luego probé la bici y al tiempo decidí visitar la piscina del centro cívico.

Fosforita o no, los resultados fueron opacos e intermitentes en todos los terrenos.

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