¿Cómo celebramos la noche más corta del año en Álava?

Dicen que la noche de San Juan es una de las más mágicas del año. Es tiempo de rituales, de deseos, de buenos augurios y de deshacerse de lo que nos hace daño para dejar paso a lo bueno.

Hay quien lo vive sin más y quien prepara todo tipo de  rituales populares para atraer la buena suerte. Uno de ellos  se hace para que no falte el dinero:  A las 12 de la noche en una pequeña bolsita con los 20 centímetros de tela se introduce el cascabel, billetes, monedas y un imán. Se cierra después la bolsita cosiéndola con hilo blanco y se deja en el monedero, en el bolso o en un cajón de la casa.

Hay quien considera que para que sea una noche mágica hacen falta 3 papeles blancos,  una vela blanca y  barritas de incienso. Se escriben los tres deseos, se Dobla el papel y se queman uno a uno los deseos con la llama de la vela. Luego se salta tres veces por encima de la vela y se deja que se consuma y apague sola.

Saltar la hoguera. Es uno de los más conocidos y extendidos. Aquellos que celebran la noche de San Juan cerca del mar  se pueden meter en el agua. La explicación reside en que el baño es un símbolo de salud y de eliminación de energías negativas.

Saltar las olas suele ser un rito imprescindible para aquellas personas que pasan la noche de San Juan en una playa. Según la tradición, el ritual contempla que las personas que lo lleven a cabo deben saltar hasta nueve olas y siempre de espaldas al mar.

Para las parejas que quieran consolidar su amor, hay otro ritual, relacionado con el salto de la hoguera que consiste en lanzar una trenza de flores la persona que amas mientras saltas... Para que el ritual salga a la perfección el amado o amada la tiene que recoger antes de que caiga al suelo.

Existe otro ritual que invita a colocar debajo de la almohada una rama de hiedra acompañada de un papel con un deseo y la cera fría de una vela blanca consumida en esa noche.

Para atraer el amor hay un sencillo ritual que consiste en encender dos velas rojas en la habitación, escribir el nombre de la persona amada en un papel y guardarlo debajo de la almohada junto a la cera fría de las velas rojas una vez consumidas.