ÁLAVA MEDIEVAL
Secretos tras el retablo de la Iglesia San Martín de Arbulo
Isabel Mellén, de Álava Medieval, nos habla sobre las pinturas que se descubrieron tras el retablo de este templo de Arbulo. Un ejemplo que nos ha servido para hablar del románico pintado.
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En esta ocasión no nos vamos a ir demasiado lejos para contemplar una de las cosas que más impacto me han causado de todo el románico alavés en los últimos tiempos. Te hablo de la iglesia de Arbulo, que ha estado escondiendo durante siglos un verdadero tesoro detrás del retablo. Desde el año 1999 hasta el 2008 la iglesia permaneció cerrada a cal y canto debido a unas obras de restauración que se emprendieron en su interior.
Se arreglaron las cubiertas, las impresionantes claves góticas pintadas que se pueden ver en las bóvedas y que representan uno de los mejores conjuntos alaveses y se procedió a retirar el retablo, que hoy en día se puede ver en el museo diocesano de arte sacro. Y al hacer esto último aparecieron los muros originales de la iglesia y una serie de pinturas extrañísimas parcialmente cubiertas por repintes posteriores que enseguida se sacaron y se dejaron limpias.
A simple vista, desde fuera, nada hace presagiar en la iglesia de Arbulo su origen románico, puesto que toda la estructura del templo es gótico tardía y renacentista. Sin embargo, detrás del retablo aguardaba el único muro románico que ha sobrevivido de la iglesia original e incluso dejaba a la luz de nuevo la primitiva ventana absidial. Así que en ese muro, que hoy en día está perfectamente delimitado por la pintura que se ha rescatado, muestra cómo estuvo pintada la iglesia en el momento de su construcción. Y lo que se pintó, a nuestros ojos, es algo inesperado, porque lo que esperamos encontrar en una iglesia son pinturas religiosas, con escenas o simbología cristiana, pero lo que se muestra en Arbulo no tiene nada que ver con todo eso.
Allí vemos estampadas en pintura roja sobre la cal de la pared una serie de estrellas con forma de asterisco, unas flores de lis algo trochas, una serie de aves enfrentadas entre sí, lo que parece un lobo, lo que parece un jabalí, ruedas… Todo un conjunto de elementos muy difícil de explicar y que nos deja boquiabiertos.
La única referencia a lo sagrado que podemos ver son dos grandes cruces de consagración medievales, que son las cruces que se pintaban en el momento del complicado ritual de dedicación de una iglesia y que oficiaba el obispo. Pero todo lo demás es un misterio sin orden ni concierto. Afortunadamente no es el único caso que nos encontramos ni en Álava ni en el mundo.
Este tipo de pintura medieval que nos encontramos en Arbulo realizada en un pigmento rojo realmente era bastante habitual en la Edad Media, como estamos empezando a constatar a raíz de nuestras recientes investigaciones sobre este tipo de pintura en Álava. Hasta la fecha, lo que sospechamos es que esta pintura roja era el enlucido o la última capa que se le daba al templo en el momento de su construcción, por lo que hemos logrado deducir que eran las propias cuadrillas de canteros las que hacían estas pinturas con la cal que ya empleaban en la construcción junto con óxido de hierro o almagre, que es el pigmento rojo que utilizaban, el más fácil y barato de conseguir de todos los colores. Creemos que fueron los propios canteros debido a que los motivos que más se suelen pintar tienen que ver con su trabajo: despieces de sillares o ladrillos, simulación de marcas de cantero, incluso plantas de bóvedas que utilizaban a modo decorativo. Pero no son los únicos elementos que vemos: destacan las figuras geométricas, también bien conocidas por los canteros, los animales de todo tipo y a veces incluso algunos personajes esquemáticos. Estos últimos son los casos más raros, pero los podemos ver en Alaiza o en Añua, por ejemplo.
A pesar de contar con muchos casos de este tipo de pintura mural roja en Álava no son exclusivas de nuestro territorio. Hemos rastreado muestras de pintura roja por toda Europa en cronologías que abarcan desde el siglo XI hasta el siglo XV desde Turquía hasta Gran Bretaña y que se encontraba tanto dentro como fuera de los templos. Hoy nos puede sorprender, pero las grandes catedrales góticas francesas estaban pintadas de estos colores, lo que contrasta con el tono gris de la piedra que vemos hoy en día en los edificios. Esta obsesión por eliminar estas pinturas y por la piedra a la vista viene de las modas restauradoras de los siglos XIX y XX, que consideraban erróneamente que la Edad Media había sido en blanco y negro, tal y como se la imaginaban, en vez de una época de colores, como realmente fue. Eso ha hecho que hoy en día hayamos perdido muchas de estas pinturas rojas y sólo las podamos intuir en zonas que se dejaron sin rascar o tras los desconchones de las humedades, ocultas tras repintes posteriores.
Los casos que conocemos en Álava hasta la fecha incluyen no sólo Arbulo, sino también la ermita de Quilchano, la de Ayala, la de Gojain, la iglesia de Arluzea, la de Legarda, Argandoña… Estamos todavía creando un listado de iglesias donde aún se pueden apreciar estos restos de pinturas y cada día añadimos una más. Por ejemplo, esta semana he descubierto viendo unas fotografías de Tuesta que todavía tiene algún pequeño resto de esta pintura que nos había pasado desapercibido hasta el momento. Pero si tenemos que destacar algunos templos elegiría las pinturas de Añua, donde vemos una escena de asedio a un castillo y las bóvedas cubiertas por un despiece y figuras geométricas, o Gopegi, donde se conserva un despiece en gran parte de la bóveda románica con lo que parecen marcas de cantero. Una gran promesa de futuro es la iglesia de Miñano Menor, donde en una reciente excursión pudimos ver que tras los desconchones de la pintura posterior había unas interesantes figuras en las que se pueden intuir cruces y estrellas. Y, por supuesto, tendríamos que hablar de Alaiza como el mejor ejemplo de pintura mural roja a nivel Europeo, pero si os parece, mejor hablamos de Alaiza la próxima semana, porque nos viene genial para el siguiente tema: románico y nobleza.