VALORES EN EL DEPORTE
La ética aplicada al deporte
Vivimos en una sociedad en la que escasean los valores éticos y existe una desconfianza generalizada hacia todo lo que nos rodea.
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“Lo importante no es ganar, sino haber competido bien!-defendía el barón de Coubertin, el creador del movimiento olímpico.
En este lema ético no solo se encierra toda la grandeza del deporte, sino que una declaración que ha considerarse como un gran muro de contención ante las corruptelas, intereses inmorales y amenazas de los entornos del deporte.
El juego limpio significa mucho más que el simple respeto de las reglas. Abarca los conceptos de amistad, de respeto al adversario y de espíritu deportivo. Es más que un comportamiento, es un modo de pensar.
El concepto se extiende a la lucha contra las trampas, contra el arte de engañar sin vulnerar las reglas, contra el dopaje, la violencia física y verbal, la desigualdad de oportunidades, la excesiva mercantilización y la corrupción.
De la mano del fair play, como principio fundamental, la ética despliega todos sus valores para ser aplicados al ejercicio del deporte: el respeto al otro, la justicia, la generosidad, la lealtad a las reglas…
De esta forma el juego limpio y la honestidad, la imparcialidad, la vital importancia de la salud, la consecución de la excelencia, la perseverancia, la tenacidad y la disciplina se configuran como algo inherente al deporte.
Los aspectos positivos del deporte caminan por la misma senda de los principios educativos y éticos como soportar las adversidades, la capacidad de sacrificio, el trabajo en equipo, la superación del desaliento, el ánimo ante las dificultades y aprender de los fracasos…