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CARNAVALES RURALES

Pistoletazo de salida a los carnavales rurales

Hablamos de las costumbres que hemos ido recuperando los útlimos años. Seguro que os suenan los nombres de de Markitos , el Hombre de Paja, el Porretero en Salcedo, Toribio...

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El carnaval es el tiempo entre el final de un ciclo y el comienzo de otro, un tiempo para purificarse.

Comienza un nuevo ciclo, acaba el invierno, empieza la primavera; y con ella, renace la vida.

Dicen que el carnaval rural es mucho más que una fiesta popular. Tras él se mueven fuerzas rituales ancestrales que deambulan entre la evidencia y el misterio.

El carnaval es tiempo de transgresión, de excesos. Se rompe la separación entre los vivos y los muertos, entre lo masculino y lo femenino, entre los gobernantes y los gobernados, se falta al respeto a la autoridad y al clero, se transgreden las normas sociales…

Tiempo atrás, en nuestros pueblos los jóvenes robaban alguna gallina o alguna cazuela para darse un festín, arrojaban a los vecinos salvado, harina, ceniza o agua, perseguían a los niños con vejigas, escobas, hacían ruido con cencerros, carracas, cascabeles…

La mayoría de los pueblos alaveses gozaban de esta fiesta que ponía colorido y música a sus austeras vidas. Fiesta que giraba en torno a un personaje que representa el año que ha pasado, que encarna todos los males y que por ello acabará siendo ajusticiado.

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