Los azules se quedan en cuadro tras la eliminación de Paíno

Como si de una cuenta atrás se tratara, los azules siguen cayendo en picado y han vuelto a perder otro integrante, y ya son siete. Paíno, que no empezaba el día con actitud positiva, ha sido la última víctima del desastre de los Corocote. El duelo de cubos al cielo que disputó contra Maialen se le complicó al exfutbolista en el primer intento y la donostiarra aprovechó para acabar una torre estable y recta que le llevó hasta el banderín de la victoria. 

Los equipos comenzaban la jornada con el juego de los naipes. Los azules no pudieron aprovechar la ocasión para cambiar la dinámica negativa y salir del campamento muy pobre. A pesar de que al inicio azules y verdes iban en cabeza, los rojos consiguieron remontar y hacer una castillo más firme que el resto, por lo que Oskar pudo subir y coger el banderín antes que sus rivales y llevó a su equipo al ansiado campamento rico con su merecida recompensa. Algo que a los azules no les gustó demasiado, ya que no perdonan que rompieran el pacto en el tronkoala y, ahora, les culpan de todos sus males.

Además, Andrea tuvo en su mano la posibilidad de salir victoriosa y conseguir el reconocimiento que espera por parte de su equipo, pero eligió el lado incorrecto a la hora de subir y parte del castillo se derrumbó bajo sus pies y, lejos de asumir su error, culpó a Mikel de haberse retrasado en darle "luz verde" para empezar a subir.

Lo cierto es que perder el juego supuso otro duro varapalo para los azules. El silencio en el campamento muy pobre solo se rompía con los lamentos de los Corocote que, una vez más, no fueron a ganar el duelo y nominaron a Paíno, que llevaba dos días sin levantar cabeza. Habrá que ver cómo se toma el equipo de Seleta este duro golpe y la actitud con la que afrontan el próximo juego: el último cartucho antes de que el equipo se extinga y su capitán abandone la aventura.

Ahora, lo único a lo que se pueden agarrar los azules es a ganar el juego de inmunidad. Sin duda, un "punch" necesario que, sin ir más lejos, a los rojos les ha devuelto la vida. Comida (pollo asado y cervezas), fuego, descanso y la tranquilidad de no tener que nominar han hecho que los Yocahu recuperen la sonrisa y las ganas de volver a darlo todo en la siguiente prueba. 

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