Destinos
La costa norte de Portugal enamora por sus playas, su gastronomía y su gente
Carolina Calvo nos guía por los rincones más espectaculares de la costa norte portuguesa con la ayuda de Daniel, Miguel, Jesús, Itsaso y Andrea.
Su capital, Oporto, es la segunda ciudad más importante del país luso. Ciudad de vino, iglesias, tranvías y azulejos, con su encantadora decadencia, siempre tiene algo que ofrecer a sus visitantes. Marcada por una gran tradición vinícola, de hecho da nombre a uno de los vinos más antiguos de Europa.
Como en las de Euskadi, sus playas perfectas para practicar surf. Sol y mar, con abundancia. Esto es lo que podemos encontrar en Figueira da Foz. En la desembocadura del río Mondego las extensas playas de suave arena blanca hacen de este un lugar perfecto para relajarse. Y en Aveiro, dejarse mecer por los 'moliceiros' en los canales de la conocida como Venecia de Portugal, es una actividad imprescindible.
Daniel, una famlia vasco-portuguesa en Oporto
Daniel tiene 46, es de Donosti y lleva viviendo en Oporto poco más de tres años. Llegó a Portugal por trabajo como Director Digital de Deeply, una marca de surf que tiene una gran vinculación con Euskadi. Conocemos a Daniel en la playa de Matosinhos, uno de los mejores lugares de Portugal para coger olas. Después, visitamos su lugar de trabajo donde veremos su vinculación con Euskadi. Más tarde, cruzamos por el puente Don Luis I, hasta Gaia, el otro margen de Oporto, donde vemos otra perspectiva de la ciudad y visitamos algo imprescindible: una de sus bodegas. La bodega Grahams es una de las más conocidas y bonitas, y es una de las pocas que cuenta con restaurante: el 'Vinum', gestionado por grupos Sagardi. Allí conocemos al chef vasco Iñaki López de Viñastre, que nos cuenta la gran importancia que la cocina vasca tiene a nivel internacional. Después, Daniel nos lleva a su casa a conocer a sus dos hijas, Olivia y Valentina de 9 y 7 años, y a su mujer, Yamila, una cocinera argentina que regenta un restaurante en Madrid. Despedimos a esta familia en el puerto de Matoshinos.
Miguel añora mucho a peña Oberena
Conocemos a Miguel en la preciosa localidad de Aveiro, la conocida como 'Venecia de Portugal', por los muchos canales que la recorren. Los canales fueron usados hasta hace poco para transportar sal y algas comestibles en los 'Moliceiros', una especie de góndola que ahora es usada para paseos turísticos. Montamos con este pamplonica en una de estas góndolas portuguesas, y descubrimos los rincones más bonitos de esta ciudad. Hemos visto, también, la Praia da Costa Nova, famosa por sus pintorescas casas pintadas a raya llamadas 'palheiros'.
Volvemos a Oporto y, cogiendo un teleférico, vamos a Vila Nova de Gaia, donde visitamos La capilla do Senhor da Pedra. Es una iglesia que está al pie de la playa bastante curiosa y que, cuando hay mareas vivas, queda totalmente aislada.
Concluimos con Miguel en el mirador 'Da Serra do Pilar', donde se encuentra la mejor vista de la ciudad de Oporto.
Jesús e Itsaso, cosmética vasca con sal portuguesa
Con Jesús e Itsaso Zunzundegui conocemos la ciudad de Figueira da Foz. Recorremos sus calles, disfrutamos de sus preciosas vistas y montamos en un bote para surcar aguas del Atlántico. Ellos nos enseñan la gran tradición de la sal que hay en la zona: conocemos su salina y cómo elaboran sus productos y visitamos el museo de la sal de Figueira. Nos llevan a comer a uno de los restaurantes más famosos de la zona para terminar conociendo al resto de la familia en su casa. Despedimos a esta encantadora familia desde las maravillosas vistas del fuerte de Santa Catalina.
Andrea, de Pamplona a Oporto por amor
Andrea es de Pamplona, tiene 30 años, es economista y vive en Oporto desde hace 3 años y medio. La razón que la trajo a Portugal fue su pareja, Tiago, que conoció cuando trabajaba en Bulgaria. Conocemos a esta pamplonesa en la desembocadura del río Douro, para, después, montarnos en uno de los típicos tranvías.
Con ella, recorremos los puntos más turísticos de la ciudad: la Torre Dos Clerigos, la Avenida Aliados, la Estación san Benito, y reponemos fuerzas con una comida típicamente portuguesa a besa de 'alheiras' y franceshinas. Terminamos con Andrea en un crucero por el Duero.